La Sinopsis: El Segador ha vuelto. El terrible villano presentado en BATMAN: AÑO
DOS ha regresado de la tumba para esparcir amenaza y locura sobre Gotham
City. Para impedir que el terror del Segador se extienda, Batman debe
enfrentarse al secreto del asesinato de sus padres... arriesgándose a
perder su propia cordura.
La Edición:
La Reseña o Valoración Personal: El día de hoy, y siguiendo el orden que nos hemos autoimpuesto para organizar, no solo mi colección personal, sino también las aventuras de Batman, nos topamos con una historia que podríamos calificar de "difícil". ¿Por qué usamos esa palabra? Bueno, por lo pronto porque, como su nombre bien lo indica, vendría aquí a cerrar el fatal círculo que abrió el cruel Segador.
La historia en cuestión se ubica en un tiempo bastante posterior a Año Dos. De hecho, Batman ya ha reclutado a Robin (un jovencisímo Dick Grayson) quien lo acompaña en sus patrullas. Es en este contexto en el que El Segador vuelve a aparecer, cobrándose sus primeras víctimas.
Pronto descubrimos que nos encontramos, evidentemente, ante un impostor, pues enseguida descubrimos que la identidad bajo la máscara del reaparecido Segador es la de Joey Chill, hijo de quien haya sido el asesino de los padres de Bruce Wayne quien, junto a su hermana Marcia, disponen de un intricado plan para vengarse del Hombre Murciélago.
Así esta pareja de hermanos se hacen con el antiguo disfraz del fallecido vigilante/villano (Depende cómo se mire) y empiezan a atormentar a Batman de una manera, más bien, psicológica.
Esta historia trata también (o al menos lo intenta) sobre el pase generacional. No solo vemos el resentimiento de los hijos de Chill, quiénes creen que Batman mató a su padre, sino que también tenemos a Robin, un joven que busca constantemente la aprobación de su mentor, y tenemos al pequeño hijo de Joey Chill, el nieto de Joe Chill, quien ve en su padre a una especie de héroe, desbordándose de orgullo y admiración.
Es en medio de este alboroto cuando Bruce se encuentra nuevamente con Rachel Caspian, quien vuelve a la ciudad creyendo que tal vez su padre podría continuar vivo, pero poco espacio da esta historia para cualquier tipo de romanticismo. En este caso ni fuego hubo, ni cenizas quedaron.
Además, Rachel se expone al peligro a propósito, tentando al Segador, pues cree que este aún es el difunto Judson Caspian, su padre. Precisamente por esto Rachel cae prisionera de los hermanos Chill, haciendo que Batman caiga inevitablemente en una trampa mortal. Allí, además de poner en peligro su vida, el encapotado deberá resistir una cruel tortura psicológica, a través de la cual se ve obligado a repetir la muerte de sus padres una y otra vez. Joey Chill hizo uso de toda su astucia y recursos para elaborar un intrincado plan y, usando todos sus conocimientos acerca del Hombre Murciélago, minar sus facultades mentales y empujarlo al sucidio. Y, de hecho, resulta que Chill sabe mucho de Batman, pues fue un testigo directo de los acontecimientos de Año Dos.
Como una especie de espía, Chill hijo había seguido a Batman y a Joe Chill mientras estos cazaban al Segador original. Incluso Joey presenció los últimos momentos de vida de su padre, escuchó todo lo que Bruce le confesó y hasta fue un testigo privilegiado del último combate entre Batman y el Segador. Hasta se tomó la libertad de recuperar el antiguo revolver de su padre, del que Batman se había deshecho al final de la historia. Es Robin quien consigue salvar a Batman, esta vez. Marcia Chill encuentra su merecido final, luego de intentar traicionar a su hermano y este, a su vez es derrotado por Batman.
Aquí sucede algo muy curioso y digno de destacar, pues estamos hablando de Batman, un héroe que siempre ha contado con un código moral muy estricto de no matar. Bueno, no siempre tuvo este código pero esa es otra historia. Lo cierto es que aquí Batman estaba más que decidido a matar a Joey Chill, y no solo eso, Robin lo instaba a que lo haga. El criminal solo salvó su vida gracias a su hijo, pues Batman le preguntó, literalmente, si su padre merecía vivir o morir. Una actitud un tanto extraña en esta figura heroica que es Batman y, si bien no enturbia la trama, es cuanto menos curioso.
Como dijimos al inicio, Mike W. Barr. nos presentó una historia difícil, pues debía cerrar muchos cabos, pero aún así muy fluida y, me atrevo a decir, más entretenida y coherente que Año Dos. Dentro de este mundo ficticio, uno espera que los personajes actuen con cierta lógica interna que haga que nos creamos los eventos que están sucediendo, y las cosas que estamos leyendo. Esto es algo que no sucedía en Año Dos, donde los personajes (Sobre todo Batman) solo hacían cosas estúpidas y contrarias a su personalidad.
Es de destacar que, por las consecuencias que se desprenden directamente del evento de DC Hora Cero, esta historia de Batman parece también haber caído al limbo, sin saber muy bien qué tan afuera de continuidad quedó. Como ya lo mencionamos en la reseña de Año Dos, si Joe Chill ya no existe en el canón del Hombre Murciélago, es bastante lógico pensar que sus hijos tampoco.
Esta historia supone, además, una nueva oportunidad para Alan Davis de trabajar en estos grandiosos personajes y quitarnos el gusto a poco que nos dejó en Año Dos, tras su prematura partida. Aquí cumple con creces y nos brinda un trabajo espectacular. Ya solo por sus increíbles lápices la historia vale totalmente la pena.
7 Mollitos para esta historia que supone el fin del siniestro Segador. Un villano que jamás volvió a aparecer en la vida de Batman, (Sin contar su participación en la película animada Batman: La máscara del Fantasma) teniendo en cuenta que, en los comics, todos terminan volviendo, tarde o temprano, el Segador parece haberse convertido en la excepción a esa regla.
La Edición:
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Tercer Tomo del Coleccionable de la Editorial Planeta DeAgostini. |
La historia en cuestión se ubica en un tiempo bastante posterior a Año Dos. De hecho, Batman ya ha reclutado a Robin (un jovencisímo Dick Grayson) quien lo acompaña en sus patrullas. Es en este contexto en el que El Segador vuelve a aparecer, cobrándose sus primeras víctimas.
Pronto descubrimos que nos encontramos, evidentemente, ante un impostor, pues enseguida descubrimos que la identidad bajo la máscara del reaparecido Segador es la de Joey Chill, hijo de quien haya sido el asesino de los padres de Bruce Wayne quien, junto a su hermana Marcia, disponen de un intricado plan para vengarse del Hombre Murciélago.
Así esta pareja de hermanos se hacen con el antiguo disfraz del fallecido vigilante/villano (Depende cómo se mire) y empiezan a atormentar a Batman de una manera, más bien, psicológica.
Esta historia trata también (o al menos lo intenta) sobre el pase generacional. No solo vemos el resentimiento de los hijos de Chill, quiénes creen que Batman mató a su padre, sino que también tenemos a Robin, un joven que busca constantemente la aprobación de su mentor, y tenemos al pequeño hijo de Joey Chill, el nieto de Joe Chill, quien ve en su padre a una especie de héroe, desbordándose de orgullo y admiración.
Es en medio de este alboroto cuando Bruce se encuentra nuevamente con Rachel Caspian, quien vuelve a la ciudad creyendo que tal vez su padre podría continuar vivo, pero poco espacio da esta historia para cualquier tipo de romanticismo. En este caso ni fuego hubo, ni cenizas quedaron.
Además, Rachel se expone al peligro a propósito, tentando al Segador, pues cree que este aún es el difunto Judson Caspian, su padre. Precisamente por esto Rachel cae prisionera de los hermanos Chill, haciendo que Batman caiga inevitablemente en una trampa mortal. Allí, además de poner en peligro su vida, el encapotado deberá resistir una cruel tortura psicológica, a través de la cual se ve obligado a repetir la muerte de sus padres una y otra vez. Joey Chill hizo uso de toda su astucia y recursos para elaborar un intrincado plan y, usando todos sus conocimientos acerca del Hombre Murciélago, minar sus facultades mentales y empujarlo al sucidio. Y, de hecho, resulta que Chill sabe mucho de Batman, pues fue un testigo directo de los acontecimientos de Año Dos.
Como una especie de espía, Chill hijo había seguido a Batman y a Joe Chill mientras estos cazaban al Segador original. Incluso Joey presenció los últimos momentos de vida de su padre, escuchó todo lo que Bruce le confesó y hasta fue un testigo privilegiado del último combate entre Batman y el Segador. Hasta se tomó la libertad de recuperar el antiguo revolver de su padre, del que Batman se había deshecho al final de la historia. Es Robin quien consigue salvar a Batman, esta vez. Marcia Chill encuentra su merecido final, luego de intentar traicionar a su hermano y este, a su vez es derrotado por Batman.
Aquí sucede algo muy curioso y digno de destacar, pues estamos hablando de Batman, un héroe que siempre ha contado con un código moral muy estricto de no matar. Bueno, no siempre tuvo este código pero esa es otra historia. Lo cierto es que aquí Batman estaba más que decidido a matar a Joey Chill, y no solo eso, Robin lo instaba a que lo haga. El criminal solo salvó su vida gracias a su hijo, pues Batman le preguntó, literalmente, si su padre merecía vivir o morir. Una actitud un tanto extraña en esta figura heroica que es Batman y, si bien no enturbia la trama, es cuanto menos curioso.
Como dijimos al inicio, Mike W. Barr. nos presentó una historia difícil, pues debía cerrar muchos cabos, pero aún así muy fluida y, me atrevo a decir, más entretenida y coherente que Año Dos. Dentro de este mundo ficticio, uno espera que los personajes actuen con cierta lógica interna que haga que nos creamos los eventos que están sucediendo, y las cosas que estamos leyendo. Esto es algo que no sucedía en Año Dos, donde los personajes (Sobre todo Batman) solo hacían cosas estúpidas y contrarias a su personalidad.
Es de destacar que, por las consecuencias que se desprenden directamente del evento de DC Hora Cero, esta historia de Batman parece también haber caído al limbo, sin saber muy bien qué tan afuera de continuidad quedó. Como ya lo mencionamos en la reseña de Año Dos, si Joe Chill ya no existe en el canón del Hombre Murciélago, es bastante lógico pensar que sus hijos tampoco.
Esta historia supone, además, una nueva oportunidad para Alan Davis de trabajar en estos grandiosos personajes y quitarnos el gusto a poco que nos dejó en Año Dos, tras su prematura partida. Aquí cumple con creces y nos brinda un trabajo espectacular. Ya solo por sus increíbles lápices la historia vale totalmente la pena.
7 Mollitos para esta historia que supone el fin del siniestro Segador. Un villano que jamás volvió a aparecer en la vida de Batman, (Sin contar su participación en la película animada Batman: La máscara del Fantasma) teniendo en cuenta que, en los comics, todos terminan volviendo, tarde o temprano, el Segador parece haberse convertido en la excepción a esa regla.
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