martes, 29 de enero de 2019

The Walking Dead. Volumen 23: De susurros a gritos. -El metejón de Carl.

La Sinopsis: 
¿Cuántas horas tiene un día, cuando no te pasas la mitad de ellas mirando la televisión? ¿Cuándo fue la última vez que uno de nosotros verdaderamente se esforzó por conseguir algo que quería? ¿Cuánto ha pasado desde que alguno de nosotros realmente necesitó algo que quería?
El mundo que conocíamos ha desaparecido.
El mundo del comercio y las necesidades frívolas ha sido reemplazado por un mundo de supervivencia y responsabilidades.
Una epidemia de proporciones apocalipticas arrasó con el planeta haciendo que los muertos se levanten y se alimenten de los vivos.
En solo unos pocos meses la sociedad se ha derrumbado.
No hay Gobiernos, no hay tiendas ni negocios, no hay correo, no hay TV por cable.
En un mundo dominado por los muertos, finalmente fuimos forzados a empezar a vivir.


La Edición:
Tomo 23. Editorial Ovni Press. Argentina.
La Reseña o Valoración Personal:
Habrá que decirlo todo a la hora de hablar de este tomo de una manera imparcial pero, Dios, que aburrido resultó.
Carl nunca fue de mis personajes preferidos, siempre sentí que Kirkman lo construyó de una manera poco constante, haciendo que bordee un comportamiento salvaje/asesino, mezclandolo con actitudes de chico y, para cantar Bingo, le hizo perder un ojo, condenandolo a vivir de una manera bastante grotesca e inverosimil, con un hueco en la cara que habrá sido la pesadilla de Charlie Adlard.
Así y todo, como coprotagonista de Rick (y, un poco, como sidekick) Carl funciona de las mil maravillas y puede ser un personaje interesante, cuando Kirkman no lo hace actuar como un completo idiota.
Carl se mudó a Hilltop para volverse un herrero. Todo parecía marchar de maravilla hasta que unos chicos, que se la tenían jurada a Sophia, los atacan durante un picnic y Carl los deja medio muertos luego de aplicarles una paliza con una pala.
Los padres de los otros chicos piden la cabeza de Carl, -y lo pedirán a lo largo de todo el tomo - y Maggie se ve obligada a encerrarlo por precaución, ya que más allá de que Carl sea una especie de leyenda viviente, violó las reglas y debe cumplir castigo.
Lo interesante de todo esto es que lo encierran al lado de Lydia, una prisionera, miembro del nuevo grupo que usa la piel de los zombies como piel propia para camuflarse y protegerse, y enseguida se vuelven super amigos.
Es increíble lo rápido que Carl confia en esta chica desconocida, a punto de pelearse con Maggie y con Jesús por ella. Es como si todo lo vivido a lo largo de más de 130 números no le hayan enseñado nada. El mundo exterior es peligroso, la gente extraña es peligrosa y ahí va Carl, peleando con su gente por una total desconocida (Que facilmente pudo estarle mintiendo todo el tiempo) e incluso liberándola bajo su propia responsabilidad.
Lydia, ni lenta ni pereza, le retribuye a Carl todas las molestias tomando su virginidad y produciendo en este una especie de metejón (No es una palabra que yo haya inventado y seguro más de uno la conoce) que hace que el joven esté más bobo de lo que ya estaba en todo este tomo.
Por otra parte, Gregory intenta envenenar a Maggie y le sale el tiro por la culata, y todo sucede a tiempo puesto que, al poco rato, un grupo de esta gente con pieles zombies, cuya lider es una mujer calva llamada Alfa, se presenta en Hilltop a reclamar por Lydia.
Se produce un intercambio, Lydia por los hombres de Maggie, y esto solo provoca que Carl sienta aún más bronca y rabia hacia Maggie y sus decisiones (Todo por el metejón, no jodamos) por lo que se escapa, seguramente para reunirse con Lydia, probablemente por estar enamorado... o por querer otra encamada. Ya veremos.
6 Mollitos.

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